Marta y Ana
son dos amigas que hace tiempo que no se ven y han quedado para ponerse al día
de sus vidas. Están en una cafetería charlando animadamente. Ana está contando
a Marta lo contenta que está porque ha cambiado de trabajo y le encanta su
nuevo trabaja. Marta tiene el móvil encima de la mesa y a pesar de que no le
suena no deja de darle a una tecla y mirar la pantalla en busca de algún
mensaje, wassap… En la última ojeada al móvil
Ana interrumpe su discurso y pregunta a su amiga ¿Marta me estás
escuchando? Sorprendida Marta levanta la mirada del móvil y contesta a su amiga
que por supuesto que la está escuchando y le repite la última frase que Ana ha
dicho.
Raquel y
David son una pareja de recién casados. Están discutiendo porque Raquel
reprocha a David que debe colaborar más en las tareas de la casa. Tienen la
televisión encendida y mientras Raquel habla David no deja de mirar a la
pantalla. Raquel le increpa que nunca la escucha cuando habla. David le
responde que la está escuchando, pero que puede mirar la televisión y mantener
una conversación con ella a la vez.
Es cierto
que tanto Marta como David estaban escuchando a sus respectivas
interlocutoras, pero igualmente cierto
es que Ana y Raquel no lo estaban sintiendo así.
La escucha
activa.
Todos sabemos
oír y escuchar, pero muy pocas personas saben escuchar activamente. El acto de
escuchar y hacerlo activamente implica un esfuerzo por comprender a la persona,
y además transmitirle claramente, a través de distintas conductas verbales y no
verbales, que efectivamente la comprendemos y que es nuestro centro de atención
en ese momento. Por lo tanto cuando alguien nos habla y no la miramos, o
miramos la hora…no estamos escuchando activamente.
¿Por qué es
importante la escucha activa?
Cuando
escuchamos activamente transmitimos a la otra persona que nos interesa lo que
tiene que decirnos y que en este momento sus sentimientos, emociones,
preocupaciones…son lo que más nos importa captando por completa toda nuestra
atención.
Tendemos a
confiar problemas o preocupaciones a aquellas personas con las que nos sentimos
escuchadas, por lo que la escucha activa va a
permitir tratar los problemas de nuestros seres queridos en profundidad,
al facilitar que nos revelen sentimientos,
preocupaciones, emociones…, porque le transmitimos que verdaderamente pueden
confiar en nosotros.
Por otro
lado la escucha activa implica una actitud abierta por parte del que escucha,
durante la cual acoge todo lo que su interlocutor siente y expresa sin
someterlo a ningún juicio de valor. Hacemos por tanto que la persona se siente
valorada, aceptada y respetada.
Además, la
escucha activa tiene un efecto tranquilizante. De manera que nos va a resultar
muy útil en aquellas situaciones en las que tengamos que enfrentarnos a quejas
o reclamaciones de otras personas, ya sea en el ámbito familiar, laboral,...
En definitiva si aprendemos a escuchar activamente mejoraremos la comunicación con nuestra pareja, familiares, amigos, compañeros, clientes...
¿Cómo
podemos llevar a cabo la escucha activa?
Seguramente
tod@s nosotr@s podemos enumerar una o dos personas a las que siempre acudimos
cuando tenemos algo importante que contar ¿Por qué?¿Por qué cuando algo me preocupa
prefiero contárselo a “X” y no a “Y”? Seguramente porque “X” con su actitud hace
que me sienta más escuchada, comprendida y menos juzgada.
Para
escuchar activamente…
- Mira a la
persona que te habla a los ojos.
- Realiza de
vez en cuando movimientos de asentimiento con la cabeza.
- Adopta una
postura corporal de atención, caracterizada por una ligera inclinación del
cuerpo hacia la persona.
- Imita la
expresión facial de la persona que te está hablando.
- Limita el
uso de gestos distractores, como mirar la hora, mirar hacia otro lado, ...
-
Haz uso de vez en cuando de breves expresiones
verbales del tipo “entiendo”, “Ya veo”,
“ah-ah”, que no interrumpen su discurso y dan información de que la estamos
comprendiendo.
-
Durante la escucha es importante resumir sus
comentarios con nuestras propias palabras. Podemos decir “Si no te he entendido
mal, me quieres decir…”, “Así que…”
-
Haz preguntas o afirmaciones relacionadas con los
comentarios de tu interlocutor. Así le das a entender que deseas que siga
hablando.
Conductas
que debemos evitar y que entorpecen la
escucha activa:
-
Interrumpir a la persona mientras habla.
-
Juzgarle.
-
Dar consejo no pedido.
-
Quitar importancia a sus sentimientos, con
expresiones del tipo: “Venga, que eso no es nada”
-
Contar “nuestra anécdota”.
El texto
que os expongo a continuación refleja muy bien en qué consiste este tipo de
escucha.
ESCÚCHAME
Cuando te
pido que me escuches y empiezas a darme consejos,
no haces lo
que te pedí.
Cuando te
pido que me escuches y
empiezas a
decirme el por qué yo no debería sentir de esta forma,
tú estás
entrando en mis sentimientos.
Cuando te
pido que me escuches y
tú sientes
que tienes que hacer algo para solucionar mi problema,
tú me estás
fallando, por extraño que parezca.
¡Escúchame!
Lo que yo
te pido es sólo que me escuches.
No tienes
que hablar ni decirme nada. Sólo escucharme.
Cuando tú
haces algo por mí, que yo puedo hacer por mí mismo,
tú estás
contribuyendo a mi sensación de miedo y de no estar bien.
Pero cuando
tú puedes aceptar el simple hecho de que
yo siento
lo que siento, no importa cuán irracional es,
entonces yo
puedo parar de querer convencerte y usar mi energía
para
explorar lo que hay detrás de mis emociones.
Cuando esto
está claro, las respuestas son obvias y no necesito consejo.
Los
sentimientos irracionales tienen sentido
cuando
entendemos lo que hay detrás de ellos.
Por lo
tanto, ¡por favor! Sólo escúchame, y si quieres hablarme,
espera un
minuto a tu turno, que yo te voy a escuchar.