13 de junio de 2012

LA ANSIEDAD POR SEPARACIÓN EN EL NIÑO


Mario es un niño de 7 años que desde hace un tiempo muestra  una gran resistencia a separarse de su madre y de su padre. Lo pasa muy mal cada vez que tiene que alejarse de ellos. El otro día la madre tuvo que ir a recogerlo al cumpleaños de un compañero de clase porque la llamaron diciendo que Mario estaba llorando porque quería ver a su mamá. La situación ha llegado a tal extremo que los padres han decidido no salir de viaje sin él porque cada vez que lo hacían la abuela materna, que era la que se quedaba con Mario, relataba que el niño lo pasaba francamente mal durante la ausencia de los padres (lloraba, estaba triste, preguntaba continuamente cuándo iban a volver, no quería jugar ni ir a ningún lado…). Además cada vez que tiene que ir al colegio dice que le duele el estómago y a veces ha llegado a vomitar. Nunca quiere quedarse a dormir fuera de casa sin sus padres, y no puede dormir si su madre no se queda con él en la habitación contándole un cuento hasta que se duerme. Además ha tenido pesadillas en las que sus padres morían y él se quedaba sólo.

El caso de Mario podría ser un caso de Trastorno de ansiedad por separación.

QUÉ ES LA ANSIEDAD POR SEPARACIÓN

La ansiedad por separación es el miedo o la ansiedad que experimenta el niño cuando tiene que separarse de las personas responsables de su cuidado. Hasta cierto punto es un fenómeno normal en el desarrollo evolutivo de los niños, estando presente desde el primer año de vida, e intensificándose posteriormente, pudiendo  llegar a ser muy frecuente en la primera infancia (de 1 a 3 años). A partir de esa edad y hasta los 5 o seis años va disminuyendo progresivamente.

Se ha comprobado que el 40% de la población infantil presenta características de ansiedad por separación, lo que significa que en un principio no debemos preocuparnos si el niño se resiste un poco a alejarse de los padres.

CUÁNDO ESTA ANSIEDAD SE CONVIERTE EN UN PROBLEMA

Como he señalado anteriormente más del 40 por ciento de los niños suelen manifestar quejas o síntomas relacionados con ansiedad de separación. Pero, ¿cuándo este conjunto de síntomas se convierte en un trastorno psicológico que requiere de intervención profesional? Pues cuando la ansiedad que experimenta el niño ante estas situaciones es excesiva e inapropiada para su nivel de desarrollo, es decir:

-          cuando la frecuencia, intensidad o duración es excesiva si lo comparamos con lo que se considera normal dada la edad del niñ@. Por ejemplo un niño puede experimentar un ligero grado de ansiedad al volver al colegio después de una larga enfermedad, pero se considera excesiva la reacción extremadamente intensa con vómitos o agresiones físicas a los padres que no remite y persiste durante semanas.

-          Cuando causa serio malestar y gran preocupación al niño, altera su ritmo de vida cotidiano, o repercute negativamente en su desarrollo personal, ambiente familiar, rendimiento académico o relaciones sociales.



QUÉ SÍNTOMAS NOS INDICAN QUE EL NIÑO EXPERIMENTA UN TRASTORNO DE ANSIEDAD POR SEPARACIÓN

Existen una serie de indicadores que nos informan de que el niño puede estar experimentando ansiedad por separación.

-          Cuando experimenta malestar excesivo recurrente al separarse o anticipar una separación respecto del hogar o de las principales figuras de apego.

-          Si se preocupa en exceso y persistentemente por la posible pérdida de las principales figuras de apego o de que éstas sufran un posible daño.

-          Si se preocupa excesiva y persistentemente por la posibilidad de que un acontecimiento adverso dé lugar a la separación de una figura vinculada importante (por ej., extraviarse o ser secuestrado).

-          Si persistentemente no quiere ir a la escuela o a cualquier sitio por miedo a la separación.

-          Si se resiste o tiene miedo de estar en casa solo o sin las principales figuras de apego, o sin adultos significativos en otros lugares.

-          Si no quiere ir a dormir sin tener cerca una figura de apego importante o a ir a dormir fuera de casa.

-          Si tiene pesadillas con temática de separación.

-          Si se queja de cefaleas, dolores abdominales, nauseas o vómitos cuando ocurre o se anticipa la separación respecto de figuras importantes de vinculación.



PORQUÉ SE PRODUCE LA ANSIEDAD DE SEPARACIÓN

Nuestro organismo está biológicamente preparado para responder con ansiedad ante las situaciones que suponen algún peligro para nuestra supervivencia, por eso el bebe llora cuando lo separan de la madre, porque de ésta depende su cuidado. ¿Pero qué explica que esta ansiedad o miedo por la separación se mantenga en etapas del desarrollo en las que el niño ya no es tan dependiente de la madre y ante situaciones que no suponen una amenaza? ¿Y por qué se da en unos niñ@s y no en otr@s? Varios son los factores implicados en este fenómeno, que interactúan entre si.

-          Factores Personales: hay niños que son más vulnerables biológicamente a sufrir ansiedad, que muestran una mayor predisposición a reaccionar ante acontecimientos y situaciones nuevas con reservas, evitación, miedo…



-          Factores ambientales: el tipo de apego establecido con los padres, el estilo educativo de los padres, distintos circunstancias que pueden desencadenar el trastorno como hospitalizaciones largas del niño o de la madre, muerte de algún miembro de la familia…



PAUTAS DE ACCIÓN PARA PADRES DE NIÑOS CON ANSIEDAD DE SEPARACIÓN

Ante la aparición de algunas de las conductas mencionadas más arriba, puede ser beneficioso que padres y madres probéis con algunas pautas de intervención que en la mayoría de los casos ayudarán a que la dificultad desaparezca. Algunas de ellas son:

-          Refuerza (premia) las conductas valerosas que muestre el niño a través de elogios descriptivos (“Me ha gustado mucho que te hayas quedado en el colegio sin llorar. Ves como no pasa nada”), recompensas tangibles (regalo)…



-          En el caso de que el niño no quiera ir al colegio, asegúrate de que es porque no quiere separarse de ti, y que no existe otro motivo.



-          Mantén la calma. Es más eficaz mostrarse tranquilo que tranquilizar. Piensa en la siguiente situación: Vas en un avión y de pronto surgen turbulencias. ¿Qué te tranquilizaría más, que las azafatas dejasen de hacer lo que estaban haciendo y corriesen de un pasajero a otro dicendo que no ocurre nada, que todo está bajo control, O que por el contrario mantuviesen la calma y continuasen con lo que estaban haciendo?



-          Escúchale con atención y responde empáticamente diciéndole que entiendes lo que le pasa, pero que aún así debe hacerlo, y recuérdale que vas a volver a recogerlo, y cuál va a ser el premio si consigue superar la situación.Si continúan las quejas retírale la atención hasta que cesen las quejas y otras conductas de ansiedad como llorar o agarrarse a ti.



-          Evita la sobreprotección ¿Cómo se vence el miedo a esquiar? Esquiando. Pues lo mismo ocurre con las situaciones temidas por el niño. Haz que el niño se enfrente a las situaciones que le producen ansiedad. Y recuerda: Miedo evitado es miedo incrementado.



-          Apoya los intentos del niño de hacer frente a situaciones nuevas y desconocidas. Esto hará que gane en autonomía y reducirá el miedo a situaciones novedosas.





-          Evalúate. En ocasiones los adultos también tenemos miedos o situaciones que nos generan ansiedad, e inevitablemente estos miedos y ansiedades se las vamos a trasmitir al niño.



Si a pesar de todo el problema continúa, acude a un profesional que con toda seguridad sabrá cómo trabajar con el niño para hacer que poco a poco vaya enfrentándose a las situaciones que tanto teme.


6 de junio de 2012

DETENTE A OLER LAS ROSAS


Voy a empezar el post de hoy planteándoos una situación. Una madre decide llevar a sus dos hijos a un zoo fantástico que se encuentra a más de dos horas de distancia en coche. Uno de los niños sólo quiere una cosa: llegar al zoo lo antes posible. Durante todo el viaje permanece sentado al borde del asiento en un estado de frustración constante, lamentándose cada dos por tres: “¿Todavía no hemos llegado?”, “Estoy aburrido”, “¿Falta mucho?”. El otro niño, sin embargo, tiene dos objetivos, llegar al zoo lo antes posible y disfrutar del viaje. De modo que este segundo niño va mirando por la ventana, fijándose en todos los campos llenos de ovejas y vacas, observando fascinado los gigantescos camiones que los adelantan, y saludando con la mano a los peatones. No está frustrado, ni quejoso, ni triste. Está viviendo el momento, apreciando dónde se encuentra, en lugar de concentrarse en donde no está. Si el coche se averiara a medio camino y los niños nunca llegasen al zoo, ¿qué niño habría tenido un viaje más provechoso? Y si el coche lograra llegar al zoo, ambos niños tendrían obviamente una gran recompensa pero, en cualquier caso, sólo uno de ellos habría disfrutado del viaje.

Esta inocente historia refleja muy bien lo que nos pasa a algunas personas. Estamos tan pendientes de nuestros objetivos, de nuestras metas de vida que, en el camino,  nos olvidamos de vivir y de disfrutar de la vida.

Si retrocedemos a la época de nuestros padres y abuelos, podremos comprobar fácilmente que hemos progresado mucho, en lo que a comodidades se refiere. La vida nos da más cosas con las que disfrutar: antes nuestros abuelos luchaban por tener una casa en la que poder vivir, ahora una vez que tenemos la casa queremos otra casa en el campo para pasar el verano o/y un apartamento en la playa; antes el disponer de un coche para todos los miembros de la familia era un lujo, ahora cada miembro de la familia con carnet necesita disponer de un coche, de manera que no es raro encontrarnos con que en una casa de 5 miembros fácilmente es posible que haya 4 coches; antes nuestros padres y abuelos necesitaban ropa, ahora necesitamos ir a la moda, y así podríamos seguir varias líneas más. . Nunca es suficiente, siempre queremos más. Si hoy lucho por un coche de 18.000 euros, mañana éste me sabrá a poco y ansiaré tener uno de 40.000 euros…

¿ES MALO MARCARSE OBJETIVOS?

En la sociedad consumista en la que vivimos solemos dar una gran importancia a triunfar, y el éxito suele definirse en términos de estatus, riqueza y poder. Esto hace que nos marquemos múltiples objetivos encaminados sobre todo a almacenar bienes materiales que nos indican que hemos triunfado en la vida (mucho dinero, una gran casa, un buen coche, un chalet, ropa cara,…). Es importante marcarse objetivos en la vida porque son esenciales para una vida satisfactoria y provechosa, pero es necesario que  en la consecución de esos objetivos no perdamos de vista nuestros valores, que son los que deben guiar nuestros pasos en la vida, vivir el presente y hacer que seamos conscientes de lo que tenemos.En definitiva, nos permiten disfrutar de la vida mientras avanzamos hacia nuestros objetivos, como el niño del coche.

¿QUÉ OCURRE CUANDO NOS OLVIDAMOS DE NUESTROS VALORES Y NOS CENTRAMOS SÓLO EN LOGRAR OBJETIVOS?
-          Dejamos de disfrutar: estamos tan pendientes de lograr nuestros elevados objetivos, que nos olvidamos de disfrutar del día a día, de las pequeñas cosas que a diario nos rodean y que nos generan placer y disfrute.


-          En ocasiones nos marcamos objetivos tan elevados, que nos frustramos fácilmente si no los conseguimos. En la mayoría de los casos son objetivos que tienen una elevada probabilidad de no poder cumplirse. De ahí la importancia de que nos marquemos objetivos a corto plazo, realistas y alcanzables.


-          Dada la actual situación económica, muchas familias han visto reducidos sus ingresos y consecuentemente se han visto obligados a renunciar a ciertos “lujos”. Cuando asociamos la felicidad y el sentirnos bien con estos lujos corremos el riesgo de que llegue la tristeza y con ella la depresión.


¿QUÉ PODEMOS HACER?
-          Vive tu vida centrándote en tus valores. Si te limitas a vivir una vida centrada en objetivos, no importa lo que tengas, nunca será suficiente, siempre necesitarás más.

-          Márcate objetivos a corto y medio plazo, que sean realistas y alcanzables. Por ejemplo  si un valor tuyo consiste en mejorar tu salud y cuidarte, puedes plantearte “a finales del mes que viene habré dejado de fumar”, “caminaré durante 30 minutos todas las mañanas…”


-          Estamos rodeados de cosas maravillosas que solemos pasar por alto o darlas por hecho y no las saboreamos. Comienza desde hoy a prestarles atención. Algunas acciones que puedes llevar a cabo son:

ü  Cuando comas algo aprovecha la ocasión para paladearlo, para saborearlo intensamente. La mayoría de las veces cuando comemos y bebemos no nos damos cuenta de lo que estamos haciendo.

ü  La próxima vez que llueva presta atención al sonido de la lluvia, al olor de la tierra mojada, y echa un vistazo a las gotas de agua que se deslizan ventana abajo. Cuando deje de llover sal a dar un paseo y repara en la frescura del aire, en las hojas mojadas…

ü  Cuando abraces o beses a alguien o cuando le estreches la mano implícate a fondo en ello.

ü  La próxima vez que estés contento, sorprendido, tranquilo o experimentes alguna otra emoción agradable, aprovecha la oportunidad para fijarte bien en cómo te sientes.

ü  Mira con nuevos ojos a la gente a la que quieres, como si nunca los hubieras visto antes. Observa cómo caminan, hablan, comen y beben, cómo gesticulan, cómo sonríen…


-          Aprende a disfrutar de los pequeños placeres que nos ofrece el día a día: una buena comida, una buena conversación, el apoyo y la compañía de nuestros seres queridos, una siesta después de comer,…


-          Pregúntate de vez en cuando
       
            -¿Qué es en el fondo importante para mí?
            -¿En qué quiero que consista mi vida?
            -¿Qué tipo de persona quiero ser?
            -¿Qué tipo de relaciones quiero construir?
            -Si no estuviera luchando  con mis sentimientos o evitando mis temores, ¿en qué invertiría mi tiempo y mi energía?

… y sabrás cuáles son las cosas que realmente valoras en tu vida.

Como dijo un periodista canadiense “Hemos creado un sistema que nos persuade a gastar el dinero que no tenemos en cosas que no necesitamos para crear impresiones que no durarán en personas que no nos importan”. Y no le faltaba razón.