29 de febrero de 2012

CUANDO EL AMOR NO ES SUFICIENTE: PROBLEMAS EN LA COMUNICACIÓN DE PAREJA

Comunicarnos con los demás no es fácil. En muchas ocasiones el mensaje que queremos transmitir a una persona no coincide con lo que esa persona interpreta, y entonces surgen los malentendidos, y con ellos los problemas. En la relación de pareja estas dificultades de comunicación se multiplican por las características especiales que esta relación entraña.
A esto se añade que de pequeñ@s no nos enseñaron a ser asertiv@s, lo que ha originado que, en ocasiones carezcamos de habilidades para manifestar correctamente nuestros sentimientos tanto positivos (amor) como negativos (enfado), para hacer peticiones de manera correcta al otro miembro de la pareja, plantear una queja…. Y es que la comunicación es uno de los pilares básicos en los que se apoya la relación que establecen dos personas que se aman, por lo que una pobre comunicación va  a llevar ineludiblemente a problemas en la pareja que pueden deteriorar el vínculo.

Muchos de nosotros tenemos la creencia de que el amor todo lo puede, pero la realidad nos demuestra una y otra vez que el amor no es suficiente para que una relación funcione, y que en la mayoría de los casos una mala comunicación es la antesala a una posible ruptura de la pareja.

Existen una serie de pautas que pueden hacer que las discusiones entre los miembros de la pareja sean conducidas de manera más productiva, haciendo que la comunicación con la pareja sea más efectiva y constructiva:

1. Comunica a tu pareja tus deseos, peticiones, demandas de cariño, y hazlo de forma que lo comprenda y no esperando que lo sobreentienda con nuestros gestos y muecas de disgusto. Un error típico y básico de las parejas es pretender que el otro “adivine” qué necesitamos, qué esperamos de él. Tendemos a creer que con el amor uno se convierte en clarividente y si no es así lo interpretamos como que la otra persona no se preocupa por nosotros o no está realmente enamorad@.

2. No acumules emociones negativas sin comunicárselas a tu pareja, ya que hará que termines estallando, lo que conducirá a una hostilidad que puede resultar muy destructiva.

3. La comunicación verbal debe de ir acorde con la no verbal. Si tu pareja te ve enfadada y te pregunta qué te pasa y tú le contestas  con cara de fastidio y mal tono "No me pasa nada", dejarás claro a la otra persona que realmente te pasa algo y su sufrimiento será mayor por no poder hacer nada para ayudarte.



Cuando tengas que plantear una queja…


1. Se breve en el planteamiento de la queja.

2.Habla de cómo te sientes cuando tu pareja se comporta de una determinada manera. Puedes decir “Cuando llegas a casa y te pones con el ordenador haces que me sienta ignorada, porque me apetece que hablemos de cómo ha ido el día” en lugar de decir ” Es que llegas a casa y lo primero que haces es coger el ordenador”.

3. Es más apropiado hacer una petición que una demanda. Las primeras demuestran respeto por el otro, y mejoran la comunicación. Es muy distinto escuchar: “¿puedes apagar la tele mientras hablamos?” que “¡cuando estamos hablando, quiero que apagues la tele!”.

4. Es mejor hacer preguntas que acusaciones. Las acusaciones provocan actitudes defensivas en la otra persona y no facilitan la comunicación. Es diferente, aunque signifique lo mismo, decir: “¿Me estás escuchando?” que “¡Otra vez no me estás escuchando!”.

5. Comenta o critica lo que hace, no lo que es. Las etiquetas no ayudan a que la persona cambie, sino que refuerzan su actitud defensiva. Hablar de lo que es una persona sería: “te has vuelto a olvidar de sacar la basura. Eres un desastre”; mientras que hablar de lo que hace sería: “te has vuelto a olvidar de la basura. Últimamente te olvidas mucho de las cosas”.


6. Se específic@. Evita observaciones generales que no concretan nada. Por ejemplo, en lugar de “me gustaría que fueses más atent@”, puedes decir “me gustaría que me preguntases que tal me ha ido cuando voy al médico”.

7. No insultes o acuses. Es mejor seguir la norma de la “sin-culpa”: existe un problema, veamos que se puede hacer para solucionarlo.

8.   Discute los temas de uno en uno, no aproveches que se está discutiendo sobre la impuntualidad de la pareja para reprocharle de paso que es un despistad@, un olvidadiz@ y que no es cariños@.

9. Evita las generalizaciones. Los términos “siempre” y “nunca” raras veces son ciertos, por lo que suscitarán una discusión improductiva que desviará el tema que quieres tratar. Es diferentes decir: “últimamente te veo algo ausente” que decir “siempre estás en las nubes”.

10.        No seas excesivamente sincer@.  Algunas cosas deben de pensarse antes de decirse, si las consecuencias no van a ser positivas. Decir “Últimamente me noto más fri@ respecto a ti. No se si todavía te quiero” puede ser muy sincero, pero habría que esperar antes de echarle ese jarro de agua fría. Quizás solo es un sentimiento pasajero sin ninguna importancia. Si realmente no lo es, siempre se está a tiempo de plantearlo.

Además es importante…

1. Demostrar que estás escuchando. Emitir sonidos como “mmm, ahá, ha, si” mientras el otro habla,y mirarle a los ojos indican a la otra persona que  le estás escuchando y comprendiendo.
2. No interrumpir mientras la otra persona habla. Da sensación de no estar escuchando o no tener interés por lo que el otro nos esta contando. Espera a que la otra persona termine de hablar para exponer tus ideas.

3. Pedir perdón cuando comprendas que te has equivocado. No nos han enseñado a pedir perdón, pero ésta, como el resto de habilidades pueden aprenderse. No tengas miedo a hacerlo y entiende que el pedir disculpas engrandece a la persona.


Además de con la pareja, estas pautas pueden servirnos para mejorar la comunicación con amigos, familiares, compañeros...Aún siendo consciente del esfuerzo que supone llevarlas a la práctica, tenemos que valorar las ventajas de aplicarlas, ya que sólo así podremos superar malentendidos, resolver conflictos y enfrentarnos a los problemas de pareja.

22 de febrero de 2012

MAMÁ, ¿DÓNDE ESTÁ EL ABUELO?

 
A la mayoría de los adultos el tema de la muerte nos resulta molesto por lo que la misma conlleva, hasta tal punto de que en nuestra sociedad se ha convertido en un tema tabú que cuando se aborda despierta emociones de tristeza, miedo y dolor. De manera que cuando nuestros pequeños nos plantean preguntas en relación a ella, fruto de la curiosidad normal de estas etapas, en la mayoría de los casos no sabemos cómo abordarlas de la manera más adecuada, y damos explicaciones del tipo ”cuando morimos nos quedamos dormidos”…, que lejos de tranquilizarlos y aclarar sus dudas contribuyen a confundirlos e inquietarlos aún más.

A través de las distintas etapas del desarrollo los niños van a ir adquiriendo e integrando información sobre qué es la muerte. En edad preescolar normalmente entienden la muerte como algo temporal, que no es para siempre y que no les puede pasar a ellos ni a sus familiares.  Entre los cinco y nueve años la mayoría de los niños comienzan a darse cuenta de que la muerte es algo definitivo y que todos los seres vivos se mueren, pero todavía no perciben la muerte como algo que les puede pasar a ellos. A partir de los nueve o diez años de edad y durante la adolescencia, los niños empiezan a entender que la muerte es algo definitivo, que todos los seres vivos mueren y que ellos también se morirán algún día.

Por lo tanto es normal que un día de repente empiecen a hacer preguntas, con el fin de buscar el consuelo y la información que necesitan para comprender aquello que les inquieta. 

Cómo tratar el tema de la muerte con un/a niñ@:

-       Déjale claro que puede hablar de la muerte contigo y manifiéstale que realmente te interesan sus opiniones y preguntas.

-       Intenta dar respuestas breves, sencillas y apropiadas para la edad del niño, respuestas fáciles de entender que no le abrume con demasiadas palabras.

-       El uso de ejemplos concretos y conocidos puede ser útil. Por ejemplo  la muerte se puede explicar mejor en términos de que cuando las personas se mueren ya no respiran, no comen, no hablan, no piensan y no sienten, o cuando los perros se mueren dejan de ladrar y correr o las flores muertas ya no crecen ni florecen.

-       Comprueba que realmente haya entendido lo que le has explicado, para evitar que tras tu explicación quede aún más confundido.

-       No intentes explicar la muerte con la analogía de que  la persona que muere se queda dormida. Esta explicación puede hacer que el niño empiece a tener miedo a dormir.

-       Ocultar la muerte de un ser querido contando al niño que está de viaje, es contraproducente para el pequeño, pues puede provocar que viva las breves separaciones de otros seres queridos con inquietud.

-       Si la causa fue una enfermedad, puede ser útil explicarle que sólo una enfermedad grave puede causar la muerte y que aunque todos nos enfermamos a veces, normalmente nos reponemos.

-       Si ante una pregunta que hace el niño no tenemos una respuesta debemos ser sinceros y decirle que no conocemos la respuesta a esa pregunta, ya que dar una explicación en la que no creemos o confusa puede generarle inquietud y desconfianza.

- Puede ser útil decirle que "distintas personas tienen diferentes creencias acerca de la muerte, y que no todos creen lo mismo que nosotros. Por ejemplo, algunas personas creen que hay vida después de la muerte, mientras que otras no lo creen así". Al reconocer y respetar las creencias de otras personas, hacemos más fácil para  nuestros hijos elegir creencias distintas de las nuestras, pero que les brindan más consuelo.

La muerte de un ser querido.
La muerte de un hermano, un padre, una madre, un abuelo… supone una situación especialmente dura para el niño. Algunas de las emociones que pueden experimentar son culpa, pensando que de algún modo ellos causaron la muerte; ira; regresión, volviendo a repetir comportamientos de una etapa anterior del desarrollo (chuparse el dedo, orinarse en la cama…); depresión y trastornos del comportamiento.

Hay algunas variables que pueden facilitar la elaboración del duelo por parte del niñ@ ante la pérdida de una persona significativa para él:


-       Es importante reanudar la rutina cotidiana lo antes posible, para que no tenga la sensación de que todo su mundo se desestabiliza.

-       Debemos garantizar la atención y el afecto que el niño necesita en estos momentos.

-       No debemos ocultar nuestros sentimientos. Si mostramos abiertamente nuestro dolor y llanto, le demostramos que está bien sentirse triste y llorar, y por tanto le animamos a que exprese sus emociones.

-       La decisión de si debe o no un niño visitar a una persona moribunda o asistir al funeral depende de la edad del niño y de su capacidad para entender la situación, su relación con la persona que se está muriendo o que ha muerto y, lo que es más importante, si quiere o no asistir. Un niño al que se le permite visitar a una persona moribunda o asistir a un funeral tiene que estar preparado para lo que va a ver y escuchar. Es importante que le expliques previamente la situación.

-        En ocasiones, para ahorrar el sufrimiento al niñ@ podemos caer en el error de enviarlo con otros familiares para que se encarguen de su cuidado hasta que todo vuelva  a la normalidad. Es importante que entiendas que hasta los niños pequeños que no entienden el significado pleno de la muerte, se dan cuenta de que está ocurriendo algo serio. Al enviarles lejos de casa, podemos estar aumentando sus miedos sobre la separación de sus seres queridos. El niño necesita el apoyo y consuelo de sus familiares más cercanos.

  Quizá pueda resultarte útil, antes de tratar el tema con tu pequeñ@, explorar qué pensamientos y sentimientos despierta la muerte en ti que impiden un afrontamiento adecuado del tema y pueden estár provocando una evitación del mismo. 

14 de febrero de 2012

CUANDO EL AMOR NO ES AMOR: LA DEPENDENCIA EMOCIONAL

Ayer, 14 de febrero, fue el día de los enamorados. Si he de ser sincera, este tipo de fechas establecidas arbitrariamente por no se sabe bien quién, y con un claro fin consumista, no acaban de gustarme por no encontrarles significado personal. Porque opino, como seguramente much@s de vosotr@s, que padre se es siempre, madre cada día, homosexual idem, y enamorad@…, un tiempo variable.Pero en cualquier caso no es cuestión de un día concreto.


Por eso no voy a hablar del enamoramiento. Pero hay ocasiones en que algo sin sentido consigue inspirarte, y eso es lo que me ocurrió a mi ayer.

A lo largo de mi vida he ido conociendo a más o menos personas y distintos tipos de relaciones de pareja, y he llegado a la conclusión de que estas últimas pueden catalogarse en dos tipos básicos: las que enriquecen a cada uno de sus miembros, y las que son destructivas para uno o los dos miembros de la pareja. Entonces, ¿por qué continuar? ¿Por amor?

¿Podemos amar a alguien que nos hace sufrir?

La sociedad actual nos hace dependientes de los demás, al inculcarnos una serie de creencias, sentimientos y conductas sobre la necesidad de unirnos, interactuar y depender de las valoraciones de los demás. Es por ello que muy probablemente todos nosotros manifestemos cierto nivel de dependencia afectiva sin que esto suponga ningún problema para nuestro bienestar mental. La dificultad se da cuando la persona es controlada por esa NECESIDAD de afecto. En estos casos, el miedo a la pérdida, a la soledad y/o al abandono contamina la relación de pareja y la vuelve vulnerable y patológica.


¿Qué caracteriza a la persona dependiente emocionalmente?:

a) Invierte gran cantidad de tiempo y esfuerzo para estar con el otro a cualquier precio y por encima de todo, pues tiene un anhelo intenso de la pareja.
b) Tiene un gran vacío emocional que necesita llenar, y no consigue llenar porque siente que da más afecto del que recibe.
c) No tolera la soledad,y ese miedo a estar sólo le lleva a luchar incansablemente para evitar la tan temida ruptura de la relación, aún cuando ésta no es más que fuente de sufrimiento
d) Idealiza en exceso a su pareja, con las consiguientes decepciones y frustraciones cuando descubre que las cosas no son como le gustaría que fuesen.
e) Se vuelve sumisa y accede a los deseos de la otra persona con tal de no perderla, adoptando una posición subordinada en la relación.
f) Progresivamente se va autoanulando personalmente, que junto con una pobre autoestima l@ hace vulnerable a sufrir maltrato emocional y físico.

Son personas que sufren mucho, y a pesar de ello, siguen alimentando el vínculo pese a ser consciente de las graves repercusiones para su salud.  Para ellas amar es la necesidad de ser amad@, aunque duela. Ello les conduce a ser víctimas de su pasión, a la experimentación de un vacío interior que nunca llenan, a la insatisfacción afectiva provocada por la sensación de que nunca están pleno@. La intolerancia y el miedo a la soledad se convierte en una máxima que actúa como lastre en las relaciones.
Por ello, es importante que entendamos que…

-      Tener pareja tiene cosas positivas, pero también negativas. Hay que desmitificar la tendencia a idealizar las historias de pareja.
-      Tenemos que entender que a pesar de que los niños necesitan gente a su alrededor para sobrevivir, no ocurre así en los adultos. Debemos explotar nuestra autonomía, y disfrutar de la parte positiva de no tener pareja.
-      Aunque puede ser muy agradable tener a alguien con quien compartir la vida, no la NECESITAMOS para ser felices.
-      Disfrutemos también de familia y amigos. Es otra forma de amar y ser amado.
-      No debemos tolerar asimetrías en las relaciones a expensas de que llegue el anhelado cambio de la situación. En una relación ambos miembros tienen unos derechos y unas obligaciones, y debemos solicitar que se cumplan.
Es importante que seamos conscientes y cambiemos determinadas formas de pensar, sentir y actuar que no resultan adaptativas. Hay que eliminar ciertos creencias que perpetúan estilos relacionales destructivos, y entender que el amor para toda la vida no siempre es posible, pero esto “no es tan malo”, y que en ocasiones nos aferramos tanto a algo que al final terminamos haciéndonos daño.

6 de febrero de 2012

CÓMO COMUNICARNOS CON NUESTRO FAMILIAR DIAGNOSTICADO DE CANCER

El diagnóstico de cancer a un ser querido es un golpe duro, que además de emociones de rabia, tristeza, dolor, incertidumbre, miedo...también puede despertar en nosotros una sensación de inseguridad y duda sobre qué hacer para ayudarle, qué decirle, cómo actuar...Teniendo esto en cuenta, La American Cancer Society ha enumerado una serie de pautas que favorecerán la comunicación con nuestro ser querido.


1 de febrero de 2012

¿VIVIMOS PENDIENTES DEL QUÉ DIRÁN?

Me gustaría que respondieses de manera sincera a esta pregunta. En tu día a día, cuando vas a llevar a cabo una determinada conducta ¿te influye mucho lo que crees que los demás puedan opinar? Y si alguien te hace una crítica que consideras injusta ¿te vienes abajo, te crea malestar, ansiedad, preocupación? ¿A cuántos de nosotros nos da igual lo que opinen los demás de nuestra forma de actuar, pensar, sentir? Hay personas que  viven pendiente de cómo los demás puedan valorarles. Frases o pensamientos del estilo  “voy a hacer el ridículo”, “qué pensarán de mi”, “seguramente no le caigo bien”, “que mal he quedado” … son muy frecuentes en algunas personas, creándoles un gran malestar.

¿Por qué esa necesidad de aprobación?
Desde  pequeños  nuestros padres- madres y las personas de nuestro entorno, nos han servido de referencia para saber cuándo algo estaba bien o mal. Dada nuestra inmadurez y falta de autonomía, durante esos años necesitábamos buscar la aprobación de ellos a todo lo que hacíamos, decíamos, pensábamos o sentíamos. De manera que si ellos estaban de acuerdo nos sentíamos bien, serenos, y si no lo compartían nos creaba malestar, que resolvíamos modificando nuestro comportamiento hasta conseguir su aprobación. Esto era así y debía de ser así, porque era una manera de garantizar nuestra supervivencia, ya que no teníamos criterios claros y definidos sobre cómo debían ser las cosas.

Pero han pasado los años, y estos años además de algunas arrugas también nos han traído una mayor seguridad en nosotros mismos, autonomía  y criterios propios sobre cómo deben ser las cosas. De manera que lo que en nuestra infancia era adaptativo ahora se ha convertido en un obstáculo para vivir nuestra vida tal y como deseamos.

La cuestión es, ¿podemos vivir sin tener en cuenta  lo que  opinen los demás sobre nosotros?


Como seres sociales que somos, necesitamos relacionarnos con  personas, y además necesitamos que esas relaciones interpersonales sean armoniosas. De manera que hasta cierto punto es normal que nos preocupe lo que los demás opinen de nosotros, incluso puede llegar a ser beneficioso, porque en ocasiones nos permite ver las cosas desde una perspectiva diferente a la nuestra, contribuyendo a nuestro crecimiento y desarrollo. El problema surge cuando estamos excesivamente pendientes de los demás y vivimos los comentarios con ansiedad y no como lo que son, simples opiniones subjetivas y no reflejo forzoso de  la realidad, hasta el extremo de que terminan condicionándonos la vida.

¿Cómo nos afecta la excesiva preocupación acerca de lo que los demás  opinen sobre nosotros?

Nos provoca estados de ansiedad, al estar constantemente preocupados por el qué dirán.

Hace que en muchas ocasiones abandonemos nuestras ideas o deseos por seguir los de los demás.

Nos hace vulnerables al elogio y a la crítica.

Nos volvemos más manipulables por el entorno.

Paradójicamente causamos menos aprobación en los demás, ya que aparecemos ante los demás como personas inseguras, susceptibles, irascibles...

De alguna manera, cuando estamos demasiado pendientes de la opinión de  los demás, perdemos el control de nuestra vida ya que actuamos como quieren los demás y no como realmente deseamos. Por tanto, nuestra felicidad se verá afectada.

¿Cómo podemos actuar en relación a esta necesidad de gustar a todos o de vivir pendientes de opiniones ajenas?:

- Es importante que seamos conscientes de que a pesar de que es agradable gustar a los demás, no es necesario. Podemos vivir sin la aceptación y el apoyo de algunas personas. Esto es importante que lo tengamos claro, porque hay personas que han crecido con la creencia de que para ser feliz hay que gustar a todo el mundo.

- No debemos dejar que nos juzguen, sólo nosotros podemos aprobar nuestras acciones. La opinión de los demás solo tendrá efecto si nos la creemos.

- Los comentarios de los demás no son más que opiniones, que en ocasiones pueden ser acertadas y en otras no. En función de quién la haga y cómo la haga, podemos escucharla y cuando estemos serenos analizar qué parte de verdad hay, sin obsesionarnos.

 - Tenemos que aprender a aceptarnos tal y como somos, con nuestras virtudes y nuestros defectos, y a confiar en nosotros mismos.

- Asumir la responsabilidad en la dirección de nuestra vida, lo que implica tomar nuestras propias decisiones, aún a riesgo de equivocarnos.  Responsabilizarnos de igual manera de los errores que con toda seguridad vamos a cometer. No olvidar nunca que debemos permitirnos errar.