22 de febrero de 2012

MAMÁ, ¿DÓNDE ESTÁ EL ABUELO?

 
A la mayoría de los adultos el tema de la muerte nos resulta molesto por lo que la misma conlleva, hasta tal punto de que en nuestra sociedad se ha convertido en un tema tabú que cuando se aborda despierta emociones de tristeza, miedo y dolor. De manera que cuando nuestros pequeños nos plantean preguntas en relación a ella, fruto de la curiosidad normal de estas etapas, en la mayoría de los casos no sabemos cómo abordarlas de la manera más adecuada, y damos explicaciones del tipo ”cuando morimos nos quedamos dormidos”…, que lejos de tranquilizarlos y aclarar sus dudas contribuyen a confundirlos e inquietarlos aún más.

A través de las distintas etapas del desarrollo los niños van a ir adquiriendo e integrando información sobre qué es la muerte. En edad preescolar normalmente entienden la muerte como algo temporal, que no es para siempre y que no les puede pasar a ellos ni a sus familiares.  Entre los cinco y nueve años la mayoría de los niños comienzan a darse cuenta de que la muerte es algo definitivo y que todos los seres vivos se mueren, pero todavía no perciben la muerte como algo que les puede pasar a ellos. A partir de los nueve o diez años de edad y durante la adolescencia, los niños empiezan a entender que la muerte es algo definitivo, que todos los seres vivos mueren y que ellos también se morirán algún día.

Por lo tanto es normal que un día de repente empiecen a hacer preguntas, con el fin de buscar el consuelo y la información que necesitan para comprender aquello que les inquieta. 

Cómo tratar el tema de la muerte con un/a niñ@:

-       Déjale claro que puede hablar de la muerte contigo y manifiéstale que realmente te interesan sus opiniones y preguntas.

-       Intenta dar respuestas breves, sencillas y apropiadas para la edad del niño, respuestas fáciles de entender que no le abrume con demasiadas palabras.

-       El uso de ejemplos concretos y conocidos puede ser útil. Por ejemplo  la muerte se puede explicar mejor en términos de que cuando las personas se mueren ya no respiran, no comen, no hablan, no piensan y no sienten, o cuando los perros se mueren dejan de ladrar y correr o las flores muertas ya no crecen ni florecen.

-       Comprueba que realmente haya entendido lo que le has explicado, para evitar que tras tu explicación quede aún más confundido.

-       No intentes explicar la muerte con la analogía de que  la persona que muere se queda dormida. Esta explicación puede hacer que el niño empiece a tener miedo a dormir.

-       Ocultar la muerte de un ser querido contando al niño que está de viaje, es contraproducente para el pequeño, pues puede provocar que viva las breves separaciones de otros seres queridos con inquietud.

-       Si la causa fue una enfermedad, puede ser útil explicarle que sólo una enfermedad grave puede causar la muerte y que aunque todos nos enfermamos a veces, normalmente nos reponemos.

-       Si ante una pregunta que hace el niño no tenemos una respuesta debemos ser sinceros y decirle que no conocemos la respuesta a esa pregunta, ya que dar una explicación en la que no creemos o confusa puede generarle inquietud y desconfianza.

- Puede ser útil decirle que "distintas personas tienen diferentes creencias acerca de la muerte, y que no todos creen lo mismo que nosotros. Por ejemplo, algunas personas creen que hay vida después de la muerte, mientras que otras no lo creen así". Al reconocer y respetar las creencias de otras personas, hacemos más fácil para  nuestros hijos elegir creencias distintas de las nuestras, pero que les brindan más consuelo.

La muerte de un ser querido.
La muerte de un hermano, un padre, una madre, un abuelo… supone una situación especialmente dura para el niño. Algunas de las emociones que pueden experimentar son culpa, pensando que de algún modo ellos causaron la muerte; ira; regresión, volviendo a repetir comportamientos de una etapa anterior del desarrollo (chuparse el dedo, orinarse en la cama…); depresión y trastornos del comportamiento.

Hay algunas variables que pueden facilitar la elaboración del duelo por parte del niñ@ ante la pérdida de una persona significativa para él:


-       Es importante reanudar la rutina cotidiana lo antes posible, para que no tenga la sensación de que todo su mundo se desestabiliza.

-       Debemos garantizar la atención y el afecto que el niño necesita en estos momentos.

-       No debemos ocultar nuestros sentimientos. Si mostramos abiertamente nuestro dolor y llanto, le demostramos que está bien sentirse triste y llorar, y por tanto le animamos a que exprese sus emociones.

-       La decisión de si debe o no un niño visitar a una persona moribunda o asistir al funeral depende de la edad del niño y de su capacidad para entender la situación, su relación con la persona que se está muriendo o que ha muerto y, lo que es más importante, si quiere o no asistir. Un niño al que se le permite visitar a una persona moribunda o asistir a un funeral tiene que estar preparado para lo que va a ver y escuchar. Es importante que le expliques previamente la situación.

-        En ocasiones, para ahorrar el sufrimiento al niñ@ podemos caer en el error de enviarlo con otros familiares para que se encarguen de su cuidado hasta que todo vuelva  a la normalidad. Es importante que entiendas que hasta los niños pequeños que no entienden el significado pleno de la muerte, se dan cuenta de que está ocurriendo algo serio. Al enviarles lejos de casa, podemos estar aumentando sus miedos sobre la separación de sus seres queridos. El niño necesita el apoyo y consuelo de sus familiares más cercanos.

  Quizá pueda resultarte útil, antes de tratar el tema con tu pequeñ@, explorar qué pensamientos y sentimientos despierta la muerte en ti que impiden un afrontamiento adecuado del tema y pueden estár provocando una evitación del mismo. 

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