En un artículo que publiqué en este blog el 19/12/11 sobre qué era la felicidad, escribía que la vida supone dolor, y que este dolor casi siempre va a estar relacionado con pérdidas (de nuestra salud, de amistades, de bienes materiales, de la juventud, del trabajo, de habilidades físicas, de seres queridos...).
Ante toda pérdida se van a desencadenar una serie de procesos psicológicos y psicosociales a través de los cuales nos vamos a ir desprendiendo de algo o alguien del que no deseabamos separarnos. A este proceso, complejo y doloroso de readaptación,lo llamamos DUELO.
De entre todas estas pérdidas la que más impacto psicológico produce en la persona es la muerte de un ser querido, y por ello me voy a centrar en ella. Para elaborar adecuadamente un duelo y poder continuar hacia adelante tras la pérdida de un ser querido, la persona debe atravesar una serie de fases que acabarán con la aceptación de la nueva realidad.Estas fases, que no siempre se van a dar en todas las personas de la misma manera, son:
FASE 1. Fase de SHOCK o NEGACIÓN: La persona no quiere creer lo sucedido. Esta negación en un primer momento es positiva, pues atenua el primer impacto emocional y ayuda a ir interiorizando y aceptando lo ocurrido.
FASE 2. Se desencadenan las EMOCIONES más intensas. La más común es la emoción de rabia, aunque también se puede sentir culpa.
FASE 3. Desesperanza: aparecen la tristeza, además de apatía, retraimineto social, pérdida de concentración...Una serie de síntomas muy parecidos a los que se experimentan en la depresión, pero que no constituyen un trastorno depresivo.
FASE 4. Aceptación de la pérdida: se renuncia a la esperanza de recuperar a la persona perdida. Marca el inicio de la recuperación emocional y la reincorporación a la vida social. Aunque no olvidamos a la persona que se ha ido, ahora ya sí somos capaces de ponerla en un lugar especial y podemos centrarnos en nuevas relaciones.
Existen una serie de tareas que debemos hacer ante una situación de pérdida y que ayudarán a la elaboración del duelo:
- Aceptar la pérdida, tanto racionalmente ("Ha muerto") como emocionalmente (siendo conscientes de las emociones que experimentamos y aceptándolas como algo normal y necesario).
- Adaptarnos a la nueva vida, asumiendo los roles que nos corresponden, desarrollando las habilidades que nuestra nueva vida obliga...Hay muertes que además de conllevar la pérdida de un ser muy querido, implican la necesidad de asumir ciertas responsabilidades que antes asumía la persona que se ha ido.
-Dar un lugar especial al fallecido en nuestro mundo emocional y continuar viviendo. Nunca vamos a olvidar a las personas que han sido importantes en nuestra vida, pero sí podemos recordarlas de una manera más adaptativa, sin dolor, sin que nos impida seguir viviendo, aunque está claro que cierto grado de tristeza es inevitable.
Otra cuestión es qué podemos hacer para ayudar a una persona que ha sufrido la pérdida de un ser querido. Seguro que todos nos hemos encontrado en alguna situación de este tipo y no hemos sabido muy bien cómo actuar. Algunas sugerencias son: