Voy a empezar el post de hoy
planteándoos una situación. Una madre
decide llevar a sus dos hijos a un zoo fantástico que se encuentra a más de dos
horas de distancia en coche. Uno de los niños sólo quiere una cosa: llegar al
zoo lo antes posible. Durante todo el viaje permanece sentado al borde del
asiento en un estado de frustración constante, lamentándose cada dos por tres: “¿Todavía
no hemos llegado?”, “Estoy aburrido”, “¿Falta mucho?”. El otro niño, sin
embargo, tiene dos objetivos, llegar al zoo lo antes posible y disfrutar del
viaje. De modo que este segundo niño va mirando por la ventana, fijándose en
todos los campos llenos de ovejas y vacas, observando fascinado los gigantescos
camiones que los adelantan, y saludando con la mano a los peatones. No está
frustrado, ni quejoso, ni triste. Está
viviendo el momento, apreciando dónde se encuentra, en lugar de
concentrarse en donde no está. Si el coche se averiara a medio camino y los
niños nunca llegasen al zoo, ¿qué niño habría tenido un viaje más provechoso? Y
si el coche lograra llegar al zoo, ambos niños tendrían obviamente una gran
recompensa pero, en cualquier caso, sólo uno de ellos habría disfrutado del
viaje.
Esta inocente historia refleja muy bien lo que nos pasa a algunas personas. Estamos tan pendientes de nuestros objetivos, de nuestras metas de vida que, en el camino, nos olvidamos de vivir y de disfrutar de la vida.
Si retrocedemos a la época de
nuestros padres y abuelos, podremos comprobar fácilmente que hemos progresado
mucho, en lo que a comodidades se refiere. La vida nos da más cosas con las que
disfrutar: antes nuestros abuelos luchaban por tener una casa en la que poder
vivir, ahora una vez que tenemos la casa queremos otra casa en el campo para
pasar el verano o/y un apartamento en la playa; antes el disponer de un coche
para todos los miembros de la familia era un lujo, ahora cada miembro de la
familia con carnet necesita disponer de un coche, de manera que no es raro
encontrarnos con que en una casa de 5 miembros fácilmente es posible que haya 4
coches; antes nuestros padres y abuelos necesitaban ropa, ahora necesitamos ir
a la moda, y así podríamos seguir varias líneas más. . Nunca es suficiente, siempre queremos más. Si hoy lucho por un
coche de 18.000 euros, mañana éste me sabrá a poco y ansiaré tener uno de 40.000
euros…
¿ES MALO MARCARSE OBJETIVOS?
En la sociedad consumista en la que vivimos solemos dar una gran importancia a triunfar, y el éxito suele definirse en términos de estatus, riqueza y poder. Esto hace que nos marquemos múltiples objetivos encaminados sobre todo a almacenar bienes materiales que nos indican que hemos triunfado en la vida (mucho dinero, una gran casa, un buen coche, un chalet, ropa cara,…). Es importante marcarse objetivos en la vida porque son esenciales para una vida satisfactoria y provechosa, pero es necesario que en la consecución de esos objetivos no perdamos de vista nuestros valores, que son los que deben guiar nuestros pasos en la vida, vivir el presente y hacer que seamos conscientes de lo que tenemos.En definitiva, nos permiten disfrutar de la vida mientras avanzamos hacia nuestros objetivos, como el niño del coche.
¿QUÉ OCURRE CUANDO NOS OLVIDAMOS DE
NUESTROS VALORES Y NOS CENTRAMOS SÓLO EN LOGRAR OBJETIVOS?
-
Dejamos de disfrutar: estamos tan pendientes de
lograr nuestros elevados objetivos, que nos olvidamos de disfrutar del día a
día, de las pequeñas cosas que a diario nos rodean y que nos generan placer y
disfrute.
-
En ocasiones nos marcamos objetivos tan elevados,
que nos frustramos fácilmente si no los conseguimos. En la mayoría de los casos
son objetivos que tienen una elevada probabilidad de no poder cumplirse. De ahí
la importancia de que nos marquemos objetivos a corto plazo, realistas y
alcanzables.
-
Dada la actual situación económica, muchas familias
han visto reducidos sus ingresos y consecuentemente se han visto obligados a
renunciar a ciertos “lujos”. Cuando asociamos la felicidad y el sentirnos bien
con estos lujos corremos el riesgo de que llegue la tristeza y con ella la
depresión.
¿QUÉ PODEMOS HACER?
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Vive tu vida centrándote en tus valores. Si te
limitas a vivir una vida centrada en objetivos, no importa lo que tengas, nunca
será suficiente, siempre necesitarás más.
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Márcate objetivos a corto y medio plazo, que sean realistas y alcanzables. Por ejemplo
si un valor tuyo consiste en mejorar tu
salud y cuidarte, puedes plantearte “a finales del mes que viene habré dejado de
fumar”, “caminaré durante 30 minutos todas las mañanas…”
-
Estamos rodeados de cosas maravillosas que solemos
pasar por alto o darlas por hecho y no las saboreamos. Comienza desde hoy a
prestarles atención. Algunas acciones que puedes llevar a cabo son:
ü Cuando
comas algo aprovecha la ocasión para paladearlo, para saborearlo intensamente. La
mayoría de las veces cuando comemos y bebemos no nos damos cuenta de lo que
estamos haciendo.
ü La próxima vez
que llueva presta atención al sonido de la lluvia, al olor de la tierra mojada,
y echa un vistazo a las gotas de agua que se deslizan ventana abajo. Cuando
deje de llover sal a dar un paseo y repara en la frescura del aire, en las
hojas mojadas…
ü Cuando
abraces o beses a alguien o cuando le estreches la mano implícate a fondo en
ello.
ü La próxima vez
que estés contento, sorprendido, tranquilo o experimentes alguna otra emoción
agradable, aprovecha la oportunidad para fijarte bien en cómo te sientes.
ü Mira con
nuevos ojos a la gente a la que quieres, como si nunca los hubieras visto
antes. Observa cómo caminan, hablan, comen y beben, cómo gesticulan, cómo sonríen…
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Aprende a disfrutar de los pequeños placeres que nos
ofrece el día a día: una buena comida, una buena conversación, el apoyo y la
compañía de nuestros seres queridos, una siesta después de comer,…
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Pregúntate de vez en cuando…
-¿Qué es en el fondo importante para
mí?
-¿En qué quiero que consista mi
vida?
-¿Qué tipo de persona quiero ser?
-¿Qué tipo de relaciones quiero
construir?
-Si no estuviera luchando con mis sentimientos o evitando mis temores, ¿en
qué invertiría mi tiempo y mi energía?
… y sabrás cuáles son las cosas que realmente valoras en tu
vida.
Como dijo un periodista canadiense “Hemos
creado un sistema que nos persuade a gastar el dinero que no tenemos en cosas
que no necesitamos para crear impresiones que no durarán en personas que no nos
importan”. Y no le faltaba razón.
Estupenda reflexión!!! Gracias por compartirla.
ResponderEliminarGracias a ti Pilar por apoyarla. Un saludo!
EliminarMuy buen planteamiento. Espero ser capaz de cumplirlo poco a poco; porque seguramente sería más feliz... :)
ResponderEliminarEl primer paso ya lo has dado: ser consciente de que esa actitud te beneficiará más que la que tienes actualmente. Estoy segura de que si te lo planteas con tenacidad, con el tiempo lo conseguirás.
EliminarGracias por tu comentario Danskert. Un saludo!
Es buenísimo tu planteamiento, me encanta. A veces es una pena en que sólo pensemos en tener y tener siendo otras cosas verdaderamente, más importantes para ser felices y sin necesidad de tener o no tener.Besos, Belén.
ResponderEliminarGracias Belen, es muy agradable ver cómo la gente comparte tus ideas.:-). Es cierto lo que dices de que sólo nos preocupamos por tener y tener y parece que cuanto más tengamos más felices seremos, y estamos hartos de comprobar que no es así.
EliminarTe agradezco enormemente tu comentario.
Besos!