1 de febrero de 2012

¿VIVIMOS PENDIENTES DEL QUÉ DIRÁN?

Me gustaría que respondieses de manera sincera a esta pregunta. En tu día a día, cuando vas a llevar a cabo una determinada conducta ¿te influye mucho lo que crees que los demás puedan opinar? Y si alguien te hace una crítica que consideras injusta ¿te vienes abajo, te crea malestar, ansiedad, preocupación? ¿A cuántos de nosotros nos da igual lo que opinen los demás de nuestra forma de actuar, pensar, sentir? Hay personas que  viven pendiente de cómo los demás puedan valorarles. Frases o pensamientos del estilo  “voy a hacer el ridículo”, “qué pensarán de mi”, “seguramente no le caigo bien”, “que mal he quedado” … son muy frecuentes en algunas personas, creándoles un gran malestar.

¿Por qué esa necesidad de aprobación?
Desde  pequeños  nuestros padres- madres y las personas de nuestro entorno, nos han servido de referencia para saber cuándo algo estaba bien o mal. Dada nuestra inmadurez y falta de autonomía, durante esos años necesitábamos buscar la aprobación de ellos a todo lo que hacíamos, decíamos, pensábamos o sentíamos. De manera que si ellos estaban de acuerdo nos sentíamos bien, serenos, y si no lo compartían nos creaba malestar, que resolvíamos modificando nuestro comportamiento hasta conseguir su aprobación. Esto era así y debía de ser así, porque era una manera de garantizar nuestra supervivencia, ya que no teníamos criterios claros y definidos sobre cómo debían ser las cosas.

Pero han pasado los años, y estos años además de algunas arrugas también nos han traído una mayor seguridad en nosotros mismos, autonomía  y criterios propios sobre cómo deben ser las cosas. De manera que lo que en nuestra infancia era adaptativo ahora se ha convertido en un obstáculo para vivir nuestra vida tal y como deseamos.

La cuestión es, ¿podemos vivir sin tener en cuenta  lo que  opinen los demás sobre nosotros?


Como seres sociales que somos, necesitamos relacionarnos con  personas, y además necesitamos que esas relaciones interpersonales sean armoniosas. De manera que hasta cierto punto es normal que nos preocupe lo que los demás opinen de nosotros, incluso puede llegar a ser beneficioso, porque en ocasiones nos permite ver las cosas desde una perspectiva diferente a la nuestra, contribuyendo a nuestro crecimiento y desarrollo. El problema surge cuando estamos excesivamente pendientes de los demás y vivimos los comentarios con ansiedad y no como lo que son, simples opiniones subjetivas y no reflejo forzoso de  la realidad, hasta el extremo de que terminan condicionándonos la vida.

¿Cómo nos afecta la excesiva preocupación acerca de lo que los demás  opinen sobre nosotros?

Nos provoca estados de ansiedad, al estar constantemente preocupados por el qué dirán.

Hace que en muchas ocasiones abandonemos nuestras ideas o deseos por seguir los de los demás.

Nos hace vulnerables al elogio y a la crítica.

Nos volvemos más manipulables por el entorno.

Paradójicamente causamos menos aprobación en los demás, ya que aparecemos ante los demás como personas inseguras, susceptibles, irascibles...

De alguna manera, cuando estamos demasiado pendientes de la opinión de  los demás, perdemos el control de nuestra vida ya que actuamos como quieren los demás y no como realmente deseamos. Por tanto, nuestra felicidad se verá afectada.

¿Cómo podemos actuar en relación a esta necesidad de gustar a todos o de vivir pendientes de opiniones ajenas?:

- Es importante que seamos conscientes de que a pesar de que es agradable gustar a los demás, no es necesario. Podemos vivir sin la aceptación y el apoyo de algunas personas. Esto es importante que lo tengamos claro, porque hay personas que han crecido con la creencia de que para ser feliz hay que gustar a todo el mundo.

- No debemos dejar que nos juzguen, sólo nosotros podemos aprobar nuestras acciones. La opinión de los demás solo tendrá efecto si nos la creemos.

- Los comentarios de los demás no son más que opiniones, que en ocasiones pueden ser acertadas y en otras no. En función de quién la haga y cómo la haga, podemos escucharla y cuando estemos serenos analizar qué parte de verdad hay, sin obsesionarnos.

 - Tenemos que aprender a aceptarnos tal y como somos, con nuestras virtudes y nuestros defectos, y a confiar en nosotros mismos.

- Asumir la responsabilidad en la dirección de nuestra vida, lo que implica tomar nuestras propias decisiones, aún a riesgo de equivocarnos.  Responsabilizarnos de igual manera de los errores que con toda seguridad vamos a cometer. No olvidar nunca que debemos permitirnos errar.
Tenemos derecho a vivir la vida que realmente deseamos vivir, no la que los demás desearían que viviésemos. Y sólo nosotros podemos hacer valer ese derecho. Como decía Alaska "A quién le importa lo que yo haga...".


4 comentarios:

  1. Hola Patricia,tocastes el tema de personalidad y autoestima,dos factoeres,en mi opinión,importantantísimos en la realización de una persona.Es evidente que alguien que goza de una fuerte personalidad estará muy convencido de todo aquello que realice en su vida,incluso a ser objetivo con los errores que cometa en esta,pero indudablemente la opinión de terceros,y sobre todo de aquellos importantes en tu vida,es muy apreciada como nota constructiva a tus acciones.Como bien dices hay que saber aceptarse a uno mismo ya que sino nos convertiríamos en una mera escultura modelada por muchas manos,anulando nuestra visión o perpectivas de las cosas.No me gustaría estar en esa situación,seria como navegar a la deriva,según sople el viento,¿no?

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  2. Lo has descrito muy bien, Jaime. Esa metáfora describe muy bien lo que ocurre en estos caso.Si intentamos gustar a todos al final terminamos no gustando a nadie, ni a nodotros mismos.

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  3. Fíjate bien,porque este tema que has sacado,casi se ha convertido en un fenómeno que vengo observando hace un tiempo en el mundo de las redes sociales,si prestas atención hay mucha gente que utiliza este medio como una herramienta "escaparate" de su vida diaria e incluso privada para intentar mostrar o demostrar "no sé muy bien, el qué" y espera ansiadamente una respuesta a su comentario ,haciendo de esto,creo,casi una especie de dependencia moral o anímica que les lleva gran parte de su tiempo y atención.
    Las redes sociales son un gran invento para expresarte,si te apetece,pero no pueden suplir al contacto personal y a la sociabilidad.Si dejamos de hablar mirando a los ojos,nos perderemos la improvisación,la reacción,los gestos y el calor humano que nunca podrá darnos la premeditación de escribir en un post.

    Xao Patricia.

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  4. Totalmente deacuerdo con lo que escribes. Es algo que he comentado en alguna ocasión con mis amistades.Las redes sociales son otra opción para comunicarnos y expresarnos, como tú muy acertadamente apuntas, pero no deben sustituir al encuentro cara a cara. Y también comparto contigo que no es todo como aparenta ser en el mundo de las redes sociales. También ahí buscamos la aprobación, el parecer lo que no es. ES un tema que algún día me gustaría tratar más profundamente. Gracias otra vez por tus geniales comentarios!

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